«El cuerpo de mi sirena no es blanco, su pelo no es rubio: tiene su forma lo indeterminado de los senos sombríos de donde sale, y su melena se parece a la inextricable maraña de las algas, suspensas, enredadas y penetradas por esta luz líquida. Creo verla ascender despacio, ávida y amenazadora, como si me dijese: “Eres mío, no me huyas...”».
Gaspar de Montenegro es un joven acomodado que deambula sin rumbo y sin espíritu por las calles de Madrid mientras su hermana se esfuerza por casarlo con una mujer de la «buena sociedad». Así, sumido en el amor y el desamor, seducido por el hechizo de la muerte, cuya melodía siempre parece acompañarlo, Gaspar toma una decisión que lo marcará definitivamente.
En esta novela crepuscular y psicoanalítica, de conciencia e introspección, ambientada entre el Madrid de comienzos del siglo XX y su Galicia natal, Emilia Pardo Bazán tomó un rumbo espiritual y de carácter simbolista que la alejaba del naturalismo y retrataba con gran agudeza la penumbra trágica de una sociedad en constante transformación.
Emilia Pardo Bazán nació en La Coruña en 1851 y se crio en el Pazo de Meirás, donde recibió formación en diversas materias, especialmente las humanidades y los idiomas (dominaba el francés, el inglés y el alemán). Se casó muy joven con José Quiroga y pronto toda la familia se trasladó a Madrid, donde fue desarrollando una intensa labor literaria en la que cultivó el naturalismo con libros como La cuestión palpitante (1883) o Los Pazos de Ulloa (1886) y trató temas transgresores en obras como La tribuna (1883) e Insolación (1889) que, junto con sus modernas ideas sobre la libertad de las mujeres, suscitaron fuertes reacciones en la época. La sirena negra (1908) es una de las últimas novelas que publicó antes de su muerte en Madrid, en 1921.